Hoy empezó el último día de mi quinta década, y no es que sea algo muy especial salvo el hecho mismo de que ya nunca mi edad comenzará con 5. :)
Pero ateniéndome un poco a la tradición de hacer un racconto y porque justamente hoy caminando por la calle me llamó la atención una pareja mayor paseando de la mano, me dí cuenta de algunas cosas que han quedado en el baúl de los recuerdos, entre ellas ese menester, ir de la mano y todo lo que ello implica.
Reconozco que yo arrastré desde la infancia y adolescencia un sinnúmero de preferencias y actividades que netamente revelan mi inmadurez. Que se yo... Los videojuegos, tragón de cine a ultranza, las novelas de ciencia ficción y claro, el humo. Pero a la vez dejé otras tantas que sin querer me han hecho envejecer en lugar de madurar, por ejemplo la que me impulso a escribir esto, el número de veces que dije "te quiero" en esta última década, las miles de veces que no miré un ocaso o un amanecer y hasta el oficio de padre y abuelo.
¿Será quizás que ya soy incapaz de rendirme a los impulsos?
¿Que se me van alisando las circunvoluciones y todo se transforma en "al pan, pan y al vino, vino"?
¿Que a mi pesar ya no tengo claroscuros, que fué siempre mi medio natural?
No sé, pero tomando conciencia de esto, comprendo a muchos para quienes ese cero de la década es un click para un nuevo comienzo, aunque para mí en mi vasca testadurez solo alcance al reconocimiento.
Pero bueno... no me voy a poner sentimentaloide justo hoy, no... En definitiva somos recuerdos y salvo eventos olvidables, al resto lo he revivido con ternura y cariño.
Chau 5... Y espero que podamos estar juntos de nuevo en un lustro.
Ahhh... ¡Vida, me debés el diamante!
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